No hace mucho tiempo veía la robótica como parte de un libro o una película de ciencia ficción. Ahora, en este momento, en el que la era digital transforma el mundo de la forma más caótica y disruptiva no es tan lejano creer que en el futuro nos dominarán las máquinas, la analogía de Matrix.
A mediados de 2019, Estonia comunicó al mundo que empezaría a utilizar algoritmos para descongestionar el sistema judicial, y, meses más tarde, China también empezaba a utilizar la inteligencia artificial para deducir qué casos tenían suficiente relevancia para ser admitidos y continuar el proceso judicial.
En España, la inteligencia artificial en la justicia supone una alternativa probable dado el exceso de casos que se tramitan por la vía judicial y la alta demanda de jueces y fiscales necesario para resolver los litigios. Esta situación experimental en diferentes países hace que profesionales del derecho y expertos en inteligencia artificial comiencen a debatir aquí sobre la posibilidad de implantarse en el sistema judicial español.
Ahora bien, ¿imaginas que tu proceso judicial sea revisado por un algoritmo digital en vez de por una persona? ¿Consideras que sería más justo, más objetivo o crees que cometería los mismos fallos que una persona y sería ineficaz?
Admito que soy un poco friki de las películas futuristas y, supongo que eso, hace que no me sorprenda tanto cuando leo titulares sobre robots como estos:
[su_box title=»El Confidencial (22 de octubre de 2019)» box_color=»#5A4EE0″]Un empleo particular: esta empresa te paga 115.000 euros si ‘cedes’ tu cara a un robot[/su_box]
[su_box title=»La Vanguardia (7 de abril de 2020)» box_color=»#5A4EE0″]Una universidad de Japón celebra su graduación con robots por la pandemia de coronavirus[/su_box]
Por otra parte, los Estados son bastantes cautos en innovación con respecto a la robótica porque esta se desarrolla principalmente en empresas privadas. Multinacionales como Google o Amazon son conocidas por estar a la vanguardia en desarrollo e innovación de objetos autónomos que fomenten la rentabilidad de sus beneficios.
Está claro que el trasfondo del progreso en la robótica es absolutamente ético y quién sabe si en el futuro existirán las normas de robots, como así ya imaginó Isaac Asimov.
Usar algoritmos para crear jueces virtuales que puedan decidir de forma autónoma qué procesos siguen adelante y cuáles no es un paso importante para un sistema judicial de la era digital. Pero también puede convertirse en una arma de doble filo que acentúe la discriminación de género, racial o incluso interseccional ya que existen muchas variables que son tenidas en cuenta por la justicia a la hora de incoar un proceso judicial. Es importante conocer cómo funciona el algoritmo, es decir, qué variables se incluyen; qué errores más comunes pueden darse y cómo afectarían a los casos pendientes.
He vuelto a ver Minority Report y me he llevado una grata sorpresa al encontrar símiles entre la ficción y la realidad que tienen que ver con el desarrollo tecnológico. Lo más desconcertante ha sido ver que ya existen como: los anuncios personalizados, los coches autónomos, simuladores de realidad virtual, las mochilas voladoras al estilo la flyboard de Franky Zapata y otras que aún no he visto como las armas de ondas expansivas y las arañas- espía.
Pues bien, si recuerdas el argumento de Minority report es un mundo ideal sin crímenes en la que la capital de EEUU se convierte en una zona experimental de un nuevo sistema de justicia preventiva.
El sistema de prevención del crimen está basado en un oráculo de tres personas con un don de premonición que consigue conocer los detalles de todos los crímenes que van a cometerse. A partir de ahí, una brigada especial es capaz de preveer el tiempo que necesita para interrumpir el crimen y detener al criminal.
Sin embargo, como todas las utopías, no es perfecta. El sistema de justicia predictiva del Departamento Precrimen falla en un concepto fundamental de la filosofía: ¿soy dueña de mi destino? Quiero decir, si en el momento de cometer un crimen pasional lo pienso mejor y no lo hago, ¿puedo ser castigada por eso?
En el derecho penal español se castiga tanto la consumación del delito como su tentativa. Es necesario probar que se han llevado a cabo las acciones previas necesarias para cometer el crimen en caso de tentativa.
Pero en esta situación hipotética que plantea la película de Minority report el momento de la detención es siempre previo a la ejecución lo que deja esta cuestión del destino en el aire.
En esta película la figura del juez no es un robot pero es cierto que pasa a ser un funcionario del sistema judicial que se guía por las pruebas aportadas por el departamento Precrimen, por lo que el caso queda fuera del control de la persona imparcial que debe juzgarlo. Todo está ligado a la maquinaria de algoritmos creada en base a la visión obtenida por los tres pre-cognocentes. Y que, lógicamente, no es perfecta.
Quizás no quede mucho tiempo para crear un sistema de justicia efectivo, al estilo las disputas online de los grandes plataformas como Ebay, Aliexpress o PayPal. Al menos esa es la esperanza del abogado colombiano Nicolás Lozada. Te invito a escuchar su charla TED más abajo.
Y está claro que si se crea un proyecto de transformación digital adecuado para la justicia el oficio de la abogacía y otros profesionales del derecho será más de acompañamiento y revisión de casos, porque el resto podrá predecirse por los algoritmos. Pero lo importante es que la justicia podrá democratizarse de forma que más personas accedan a ella.
En fin, si tú también eres tan friki de la informática, la robótica y la justicia como yo te recomiendo un par de imprescindibles en tu lista de películas pendientes; algunas ya las he citado antes:
– Matrix (1999), si te encanta, que sepas que es una saga.
– Yo, robot (2004)
– El hombre bicentenario (1999)
– Minority Report (2002)
Cuéntame qué te parecen, qué crees de los jueces- robots y cómo influirán en nuestras vidas aquí o en redes sociales.
¡Hasta pronto! 💜✨