Recuerdo leer muchos cuentos de niña. Lo cierto es que cuando eres una niña la mejor manera de conocer el mundo es a través de una historia contada por alguien de forma oral o escrita.
Contar cuentos está escrito en nuestra genética. Las grandes historias se transmiten de generación en generación y acaban siendo parte del inconsciente social que nos une y nos crea como persona, como miembro de la sociedad en la vivimos.
Ahora mismo la narración oral o storytelling vuelve para quedarse. Cada vez más se crean eventos y seminarios como TEDx donde lo que importa son las personas y las historias que cuentan, pero sobretodo, cómo las narran y con qué finalidad.
No se trata de hablar por hablar sino de transmitir un mensaje importante impregnado de esperanza, de poder y de éxito. El storytelling es la forma más sencilla y eficaz de inspirar a muchas personas si se hace como es debido.

Recuerdo ir a menudo a la biblioteca de niña. Leía libros allí o me los prestaban y hubo uno muy sencillo que me regalaron y aún conservo por la sencillez pero calidez emocional de sus cuentos.
Hoy comparto contigo un cuento precioso de Fernando Alonso. Espero que lo disfrutes y que sigas educando en valores.
Gracias por transmitir la belleza de los valores como la libertad, la justicia o el amor en estos momentos de la humanidad tan convulsos.
¡Feliz día de los derechos humanos! 🌹